Cela, de poeta a pintor y actor

Antes de que se hubiese convertido en un consagrado escritor y Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela mostró interés por las más variadas disciplinas artísticas: poesía, pintura y hasta la interpretación. Así se puede comprobar en la primera parte de la muestra Camilo José Cela 1916-2016. El centenario de un Nobel. Un libro y toda la soledad, que se exhibe en el Museo Centro Gaiás hasta el 19 de febrero del 2017.

El primer contacto de Cela con la escritura fue a través de la poesía. Pero el éxito de La familia de Pascual Duarte lo convenció de que lo suyo sería la narrativa. “Se acabó el divagar”, indicó el Nobel gallego al finalizar su opera prima, decidido a emprender su carrera como escritor.

Pero el camino para conseguirlo fue duro. Y a finales de la década de los 40, Cela diversificó su actividad. La causa: la censura, que durante los años 46 y 47 no le autoriza los diferentes manuscritos de La Colmena presentados. Ante la frustración de no ver publicada su obra, Cela iniciará diversas empresas: su viaje a La Alcarria (junio del 46), los primeros Apuntes Carpetovetónicos (1949), así como una tentativa de triunfar como pintor, llegando a exponer en la Librería Lino Pérez de A Coruña (1954). “Cela es mucho más pintor escribiendo que pintando”, diría de sus cuadros su colega, el escritor y periodista César González Ruano.

De todos los palos que tocó Cela, uno de los más sorprendentes es, sin duda, el de actor. Cansado de que La Colmena non viese la luz, mientras preparaba el envío del original la Emecé Editores de Buenos Aires, el escitor se embarcan en el mundo del celuloide. Así, o 12 de enero de 1950 se estrena en el cine Coliseum de Madrid El sótano de Jaime de Mayora, proyecto que se venía gestando desde 1948. Como actor, Cela también interviene en las películas Facultad de Letras (1950) de Pío Ballesteros y Manicomio (1954) de Fernán-Gómez. Años más tarde, en una entrevista en TVE, así recordaría Cela su experiencia: “Yo hice tres películas, cada cual más mala. Cuando se rodó Manicomio, vino a casa el productor, que era un señor muy serio, y me dijo: Mire usted, estábamos buscando un actor capaz de comer hierba y dar coces y hemos pensado en usted. Y yo le contesté: Hombre, muy agradecido. Así que yo en la película comía hierba de un florero y después me apoyaba en una mesa y daba dos coces al aire. Pero una pobre extra no se quitó a tiempo y hubo que repetir la escena y buscarle unha suplente porque quedó muy deteriorada”. Años después, y ya convertido en un escritor consagrado, Cela repetiría experiencia gracias a Mario Camus, que contó con él para un pequeño papel en su adaptación cinematográfica de La Colmena (1982). 

 

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Santiago de Compostela, 22 de Diciembre de 2016