Juan Navarro

Reconocido arquitecto, Navarro tuvo sus primeros aprendizajes en diseño y pintura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y en la ETS de Arquitectura de Madrid.

Autor de proyectos como el Museo y Centro de Investigación de las Cuevas de Altamira, los edificios de la Presidencia , de cuatro consejerías de la Junta de Extremadura o la ampliación y Biblioteca del Centro de Música Woolworth de Princeton, fue además digno del Premio Nacional de Artes Plásticas en 1990.

Artista, arquitecto y pintor, Juan Navarro imparte sus conocimientos como catedrático de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Madrid.

Juan Navarro Baldeweg [www]

 

Propuesta para la Cidade da Cultura

 

El suelo donde se asienta está modelado en socalcos que se adaptan perfectamente a las terrazas naturales. En el proyecto, las piezas se disponen atravesando y rodeando el territorio, fijando niveles, marcas horizontales que se extienden sobre todo el conjunto y que son indicadores de lo artificial como grandes uniones en la topografía.

Su forma general poligonal rodea la loma y su sección se adapta a la inclinación de las pendientes. Esta línea se rompe creando varios episodios que se entrelazan la zonas arborizadas. Esta fragmentación tiene como objetivo asegurar la buena escala y también facilitar la accesibilidad y comunicación de las áreas de interior y exterior del anillo que forman.

La estructura de las grandes piezas acristaladas es de hormigón y está constituida por unos pórticos, cada 25 metros, unidos por unas vigas de sección estrecha y muy altas (3 metros x 0,4 metros) que actúan de parasoles internos. Su inclinación está definida por la orientación de los pabellones y el programa que albergan. La cubierta graduada de cristal introduce, controlada, la luz, y baña los espacios interiores de las salas con una atractiva luminosidad.

La colina delGaiás queda libre, con césped, y a su pie se sitúan unas bancadas, un lugar privilegiado para sentarse y contemplar la ciudad.

Un puente-mirador sobrevuela el bosque gallego en la vaguada del Viso y desde ella se contempla, próxima o lejana, la ondulante y sinuosa tierra. Desde este observatorio se puede admirar una naturaleza no perturbada por el visitante. En ese bosque, el tejo, la encina, el castaño, el pino cubren, como un traje ceñido, la superficie que desciende y que vemos a vista de pájaro.